¿Quién me va a devolver este año perdido?   

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¿Quién me va a devolver este año perdido?   

 

Investigación realizada Por Tu Mayor Amigo -Diciembre 2020- por Malena Pradas Vizarraga  Estudiante de Trabajo Social Unizar y Luis Meseguer Trabajador Social de Tu Mayor Amigo

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Muchos de nuestros mayores plantean abiertamente que esto que estamos viviendo con sus luces y sus sombras puede ser, para gran parte de ellos, su último capítulo. Más allá de si el Covid les ataca por ser más vulnerables que los demás y de si este les lleva al final del recorrido, la situación de reclusión, aislamiento, miedo y soledad es una tortura que se va comiendo el aliento y la ilusión día a día.

 

El sentimiento de haber perdido un año de vida por culpa de esta situación es inevitable. Todos nosotros no sólo nos hemos sentido recluidos en nuestras casas, sino que lo hemos estado de verdad. Hemos visto pasar los días desde nuestra ventana, no hemos podido saborear la ciudad sin coches y sin contaminación, ni siquiera hemos podido ver a nuestros familiares en fechas señaladas e importantes donde el cariño y la ilusión saltan a chispas. Podemos decir, los que leemos esto, que somos afortunados de haber podido superar esta etapa que requiere de tanta gestión emocional, física y económica, valorando el trabajo que han realizado los profesionales durante esta pandemia, y lamentando la pérdida de aquellas personas que no pudieron con la enfermedad. No sólo sentimos haber perdido impotentemente un año de nuestras vidas, también hemos perdido familiares de la manera más injusta y fría posible. Es por ello que, con este artículo, queremos dar voz y proponer un recordatorio de lo importante que es cuidar a aquellas personas ejemplares que lo dieron todo por nosotros debido a su templanza y a su amplia experiencia, y que más en riesgo han estado en esta pandemia: las personas mayores.

 

Tras ver diariamente situaciones que se repiten una y otra vez, nos hemos propuesto conocer más sobre la realidad y sobre cómo los nuevos patrones se reiteran para intentar construir soluciones que ayuden a nuestros mayores en estos momentos tan difíciles. Para ello, hemos realizado una investigación que arroja los siguientes datos de interés, los cuales queremos compartir a modo de reflexión contigo, esperando que esto sea una excusa para modificar tu forma de actuar con tus mayores;

Sobre una muestra de cien personas, segmentada a partes iguales sobre sexo, edad y sobre si reciben ayuda o no para sus tareas básicas, se desprenden los siguientes resultados que nos guiarán más adelante en las reflexiones que deseamos despertar.

 

Todas las personas encuestadas son conscientes de las medidas de prevención que deben utilizar para no expandir el virus y para prevenirlo, de manera que, utilizan la mascarilla y el gel hidroalcoholico. Sin embargo, un poco más de la mitad, el 63%, mantiene la distancia de seguridad y desinfecta el domicilio y los objetos que han tenido contacto con el exterior al entrar en casa. El 58% utiliza la ventilación para prevenir el virus. Sin embargo, sólo un 17,6% utiliza guantes, el resto manifiesta no utilizarlos a raíz de anunciar que no previenen el contagio debido a un mal uso de éstos. Solo en casos concretos (el 7%) utiliza pantallas de seguridad.

 

Si algo despierta nuestra envidia sobre nuestros mayores es el tiempo que tienen para poder dedicarlo justo a lo que ellos quieran. Son muchas las opciones que existían antes de la pandemia y muchos de ellos realizaban unas u otras en mayor o menor medida; los famosos viajes del imserso, las actividades en los centros de mayores, la gimnasia del ayuntamiento o del gimnasio más cercano a casa, el ocio y la cultura con su teatro o cines, o incluso costumbres como ir a la iglesia han sido golpeadas con crueldad. Pues bien, nuestros mayores nos han contado que han descendido sus actividades sociales un 74%, es decir, tres de cada cuatro actividades que realizaban en estos momentos ya no los realizan, y esas actividades son:

Los viajes los han cancelado el 100% de los encuestados, teatros y cines un 96%, ocio el 94%. A los centros de mayores han dejado de ir el 87%, las labores de voluntariado que realizaban el  84% ya no las realiza, la gimnasia el 74% la ha abandonado dentro y fuera de casa, a la iglesia (lugar de encuentro y de disfrute para muchos de ellos) han dejado de ir el 40%, y la única actividad que ha disminuido en tiempo de ejecución pero que los encuestados dicen que han seguido haciendo de forma masiva son los paseos que, aunque han reducido mucho los tiempos y los lugares de visita, solo ha descendido un 11%.

 

Otro bloque importante son las reuniones familiares, los contactos sociales y los encuentros con nietos/as, hijos/as y demás parentescos que forman parte de momentos vividos con mucha intensidad. Todo esto ha sufrido un retroceso importantísimo dado que, los confinamientos, los cierres perimetrales y las reducciones de aforos por miedo al contagio han ido disminuyendo y anulando hasta provocar, en muchas ocasiones y de forma involuntaria, un aislamiento total. Las reuniones familiares han descendido un 95%, los encuentros en festivos donde se junta la familia para las celebraciones se reducen un 93%, las celebraciones de cumpleaños y otras caen un 89% y las comidas familiares donde se degustan los mejores manjares en las mejores compañías se han dejado de hacer en un 78%. La única opción que se ha mantenido modificando mucho las formas de hacerlo son las visitas, las cuales han descendido un 11% Pero, se han acortado los tiempos de la visita, se ha aumentado la distancia de seguridad y se han suprimido los abrazos y besos y con ellos, las palabras dulces sintiendo en todo momento una culpabilidad del visitante que limita los minutos a comprobar que todo está bien, a llevar la comida o a realizar tareas básicas del hogar.

 

Los efectos colaterales de esta pandemia se sienten en la mayoría de los encuestados, si bien a cada uno le ha afectado de una forma distinta siendo importantes sus antecedentes, casi el 74% traslada problemas para caminar, pérdida de fuerza en las piernas o cansancio cuando antes andaban más tiempo e iban a más lugares sin problemas. El 49% ha perdido agilidad mental en la búsqueda de palabras, el 37% indica que ha perdido movilidad en sus manos con movimientos básicos que antes realizaba (como asearse, limpiar, cocinar, etc.) y un 18% ha sufrido pérdida de visión, audición e incluso se nota más torpe a la hora mantener una conversación.

 

Cabe destacar que, a raíz de nuestras observaciones y comentarios que hacían los encuestados, se ha notado una gran inestabilidad emocional y apatía a raíz de la pandemia. Las personas se sienten más tristes y deprimidas debido al aislamiento y al no poder socializar ni comunicarse como antes con sus seres queridos. El hecho de haber estado encerrado en casa, viendo los medios de comunicación con noticias devastadoras, tristes y alarmistas, sin ningún tipo de mensaje esperanzador, ha provocado una bajada de ánimos y un sentimiento de confusión grandes, que se han retroalimentado en bucle durante todo el confinamiento. El miedo y la histeria se han apoderado muchas veces de ellos mismos.

 

La realización de las tareas domésticas ha sido un pieza clave para muchos de nuestros mayores, fruto de esa apatía, pérdida muscular y bajón moral que produce la falta de cariño y de contacto con sus seres cercanos observamos que, actualmente, un 19% no puede realizar tareas domésticas como la limpieza del hogar, la compra, la limpieza, y etc.

Durante la pandemia, el 56% de las personas no solicitaron ayuda para las tareas ordinarias de su casa, bien sea porque no la necesitaban o porque no tenían acceso a ella (imposibilidad económica, colapso de los servicios, incomunicaciones territoriales en zonas rurales). El 20% de los encuestados contrató un servicio de ayuda para su hogar y el 31% resolvió con la ayuda de sus familiares. Sólo un 3,2% ha recibido ayuda de servicios sociales mientras que un 10%, fue ayudado por sus vecinos.

Con respecto a los motivos para solicitar ayuda el 44% lo hicieron debido a un empeoramiento de una enfermedad, el 38% debido a una emergencia como un accidente o una caída y el 28% porque sus familiares no podían ayudarle debido al confinamiento y a medidas como las restricciones perimetrales.

 

El tipo de ayuda que más se ha solicitado es la realización de la compra con un 53% y la limpieza del hogar. El cuidado personal y el aseo personal han sido solicitados en un 30% y el 28% de las personas necesitaron ayuda con el control de la medicación,  otro 6% contrató servicios especializados como podólogos o fisoterapeutas a domicilio.

 

El 81% de las personas que solicitaron la ayuda sienten que sus necesidades han sido cubiertas, sin embargo, el 17,3% no lograron cubrirlas por no saber solicitarlo, no tener a nadie, no pudieron permitírselo económicamente o la ayuda no llegó debido al colapso de los servicios durante el confinamiento.

 

Durante las entrevistas hay que destacar la opinión generalizada sobre el desamparo que han sentido por la falta de asistencia médica por parte de los servicios especializados durante el confinamiento con enfermedades que no estaban relacionadas con el Covid-19, como un cáncer u otra patología que requería de un tratamiento o de una operación. Se reiteran en las  dificultades en la atención solicitando que el sistema sanitario debería haberse reforzado para otras patologías no covid mejorando la cobertura a todo tipo de enfermedades, sobre todo, en ocasiones tan puntuales como una pandemia. Destacar también, el fallo de cobertura y de accesibilidad a este sistema en territorios rurales y más apartados de las zonas urbanas o centralizadas.

 

L.P: “Mi padre tuvo a la vez que el Covid, un cáncer de pulmón. Nos hemos visto muy desamparados durante la pandemia porque el sistema sanitario no nos atendía igual y nos dejaron de lado. Hay más enfermedades aparte del Covid que deben ser tratadas, deberían de buscar alternativas porque sino dan a basto, es porque el sistema sanitario falla”.

  • “La atención médica, los seguimientos desaparecieron”.
  • “Vivo en un pueblo, donde no había servicio sanitario por miedo a contagiarse de ellos”.

 

La salud mental y la estabilidad emocional han sido altamente afectadas y se ha observado por la mayor parte de los usuarios entrevistados. Al haber estado confinados tanto tiempo, las personas han vivido en un bucle de miedo y de soledad que les ha atrapado. No sólo han salido a la calle con menos frecuencia sino que además, al haber reducido sus reuniones con familiares y amigos, se han sentido muy solos ante esta crisis. La pérdida de reuniones ha mermado los ánimos y las ilusiones. Se ha evidenciado que el contacto humano es imprescindible para el desarrollo humano como individuos y en sociedad.

 

C.R.: “A nivel psicológico mi madre se ha visto muy afectada pues toda su vida se ha reducido al mínimo y ha dejado de hacer todas las cosas que le mantenían con más ilusión, aunque ella sea muy dependiente”.

  • “Sobre todo me siento más sola y frágil. Siento miedo.”
  • “Lo que más le ha afectado es el ocio social y las actividades externas”.
  • “En lo que más les ha afectado la pandemia es en el ocio social y las actividades que realizaban con sus amigos”.
  • “Tiene miedo de caerse porque fue operada de la cadera, pero también le tiene miedo al virus. Lleva un mes sin salir de su casa”.

 

Conclusión:

 

Decir que nuestros mayores, esos que lo dieron todo en forma de lucha y de sacrificio por nosotros han sido los más afectados por la pandemia sería decir una obviedad. Decir que como sociedad no hemos sabido responder dando solución a los problemas de nuestros mayores dolerá a más de un familiar que fruto de esta reflexión se plantea actuar de forma distinta con sus seres queridos. Queremos transmitir un mensaje de optimismo para gritar que aún estamos a tiempo de luchar por la supervivencia y el cuidado de muchos de nuestros mayores, de preocuparnos sin abandonarlos, de ayudarles a fortalecerse, de compartir con ellos palabras profundas cargadas de sentimientos que les acerquen a nuestros corazones y que les hagan sentir un poquito más cerca de su familia. Todavía estamos a tiempo de acompañar y de cuidar a nuestros mayores de la misma manera que ellos hicieron por nosotros, todavía estamos a tiempo de vivir con ellos una etapa igual de válida y de enriquecedora que cualquier otra, todavía estamos a tiempo de valorar y agradecer conscientemente todo lo que son y serán siempre para nosotro. Feliz reencuentro y feliz lucha por dejar a los que vienen un mundo mejor, tal y como nuestros mayores lo hicieron.

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